jueves, 23 de junio de 2011

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La máquina del tiempo, ¿un invento español?

Al pensar en la máquina del tiempo de la que la ciencia ficción lleva años hablando, seguro que todos pensamos en la la novela homónima de H. G. Wells.
Pero resulta que Enrique Lucio Eugenio Gaspar y Rimbau, un diplomático y escritor español del siglo XIX se adelantó en siete años a Wells con la descripción de lo que parece ser la primera máquina del tiempo de la literatura mundial y de la que personalmente jamás había oído hablar.
El anacronópetreSe trata del anacronópete, que citando a la Wikipedia es «una caja enorme de hierro fundido, navega gracias a la electricidad, que mueve cuatro grandes cucharas mecánicas para desplazarse, además de otra maquinaria que incluye la producción del fluido García, que hace que los pasajeros no rejuvenezcan cuando viajan hacia atrás en el tiempo. La máquina también incluye toda clase de comodidades en su interior y, entre otras maravillas, escobas que barren solas.»
La novela, ilustrada por Francesc Gómez Soler, fue editada en Barcelona en 1887, y aunque por lo que he podido averiguar está descatalogada, se puede leer en línea.
A diferencia de la de Wells, que es una reflexión seria acerca de la sociedad en la que le tocó vivir, el Anacronópetre está por lo visto más bien escrito en clave de humor, pero seguro que merece la pena echarle un ojo.
(Vía BBC News, gracias a un aviso de Quenerapú).

Experimentos con Nuestro Sistema Electoral I

Experimentos con Nuestro Sistema Electoral I

by Jesús Fernández-Villaverde on 21/06/2011
Empiezo finalmente, después de muchas entradas de preparación (la última aquí), mi análisis del sistema electoral español. Más en concreto, me centraré en como elegimos al Congreso de los Diputados, que es la sede principal del poder efectivo en nuestro ordenamiento constitucional, y en efectuar una batería de experimentos con modificaciones del sistema.
Antes que nada, voy a repasar cómo es este sistema, para no dejar a nadie detrás y para motivar mis ejercicios de simulación más adelante.
El Congreso tiene, en su estructura actual, tiene 350 diputados que se eligen:
1) En circunscripciones provinciales.
2) Con un sistema de asignación D’Hondt. La explicación en Wikipedia del mismo es muy clara así que no la voy a repetir aquí. Simplemente quiero recordar que es un sistema proporcional corregido para introducir un cierto sesgo a favor de las mayorías.
3) En el reparto de escaños, solo pueden entrar los partidos o coaliciones que hayan obtenido al menos el 3% de los votos en la circunscripción.
4) Los escaños se asignan a cada provincia en proporción a la población, con un mínimo de 2 escaños por provincia.
La pregunta obvia es intentar predecir qué ocurriría si cambiásemos algunos de estos parámetros, en unos ejercicios que voy a llamar contrafactuales.
En el marco de un blog, los ejercicios de simulación que podemos hacer son limitados. Por ejemplo, calcular el resultado con un sistema mayoritario nos obligaría a diseñar distritos y asignar votos a cada uno de ellos, una labor que llevaría considerable tiempo y que, además, sufriría del problema que un sistema mayoritario unipersonal no existe una manera única de diseñar estos distritos.
Sin embargo, el problema más serio de todas nuestras limitaciones es que tomaremos los votos como dados, en este caso de las Elecciones Generales del 2008. Esto en realidad no se puede hacer. Por ejemplo, los simpatizantes de IU en Soria saben que las posibilidades de que IU tenga nunca un diputado por Soria son tan bajas que muchos de ellos probablemente voten PSOE o se abstengan. Con un sistema electoral diferente, su comportamiento cambiaría (para los más técnicos de nuestros lectores, este es un ejemplo de la crítica de Lucas en un contexto ligeramente diferente). Un ejercicio interesante para un joven investigador ambicioso sería intentar estimar la distribución subyacente de preferencias ideológicas y emplear la distribución estimada para efectuar contrafactuales. De igual manera, los candidatos y los partidos responderían endógenamente al sistema electoral pero modelizar esto sería muy complejo. Pero espero que los lectores me perdonen si ignoro, de manera un tanto atrevida, este problema y presento contrafactuales con votos dados como una primera (pero quizás errónea) aproximación.
Finalmente, para recordar, la distribución de escaños en la realidad fue:
PSOE: 169
PP: 154
CiU: 10
PNV: 6
ERC: 3
IU: 2
BNG: 2
CC: 2
UPyD: 1
Nafarroa Bai: 1
El primer contrafactual que voy a considerar corresponde a modificaciones del primer parámetro del sistema: la circunscripción provincial. Existen muchas posibilidades de circunscripciones alternativas pero, en España, dos alternativas factibles serían circunscripciones autonómicas o una circunscripción nacional.
Si pasamos a circunscripciones autonómicas (y manteniendo fijado el numero de diputados por CC.AA.: habría que determinar el número mínimo por CC.AA. lo cual afectaría un poco a los resultados), tendríamos que las elecciones del 2008 habrían sido:
PSOE: 166
PP: 151
CiU: 10
PNV: 6
IU: 6
ERC: 4
BNG: 3
CC: 2
UPyD: 1
Nafarroa Bai: 1
Como se puede comprobar el efecto es bastante pequeño. IU sería la fuerza más beneficiada (esto será una constante en casi todos los contrafactuales, cuando los dirigentes de IU se quejan del sistema actual algo de razón no les falta), pasando de 2 a 6 diputados. De estos 4 diputados adicionales, 3 vendrían de Andalucía, donde IU se quedó relativamente cerca de escaños en sitios como Sevilla y donde la agrupación de votos le ayuda a solventar estos problemas, y 1 por Cataluña. De hecho mi presunción es que en realidad, al hacer más competitiva a IU en muchas regiones, en vez de 6 diputados una asignación más realista teniendo en cuenta el comportamiento endógeno, hubiera sido de 8 o 9 diputados. Las ganancias de IU se harían a costa del PSOE y del PP. UPyD, por el contrario, no se ve afectada, pues seguiría con 1 escaño.
Otra observación interesante es que los partidos nacionalistas se quedan casi en las mismas: CiU, PNV, CC y Nafarroa Bai hubieran tenido exactamente los mismos diputados mientras que ERC y BNG hubieran arañado un escaño más. Tanto la Chunta como EA seguirían fuera del Congreso.
Por tanto, el movernos a un sistema de circunscripción autonómica significaría:
1) Ligera reducción del PSOE y del PP.
2) Notable mejora de IU.
3) Los nacionalistas se quedan casi igual.
Además se corregiría un tanto la actual sobre-representación de las provincias menos pobladas (básicamente las dos Castillas).
¿Qué ocurriría si nos fuésemos a una circunscripción nacional, como hacemos, por ejemplo, en las elecciones europeas? Esto eliminaría totalmente la sobre-representación de una región u otra, algo que es una queja frecuente entre los partidarios de cambiar nuestro sistema electoral. El resultado sería:
PSOE: 170
PP: 155
IU: 15
CiU: 10
¡Solo nos quedan cuatro partidos! Claro, esto es resultado de mantener el mínimo del 3% de los votos para entrar en el reparto (volveré a este tema en un segundo). De nuevo el gran beneficiado es IU, que sube hasta 15 diputados a costa de todos los otros partidos nacionalistas, excepto CiU que mantiene sus 10 diputados.
Pero este contrafactual es un tanto irrealista porque los distintos partidos nacionalistas pueden entrar en coaliciones como hacen en las europeas. Imaginémonos que, siguiendo la experiencia de estas europeas, ponemos a CiU, PNV y CC en una de estas coaliciones (nacionalismos de derecha) y a ERC, BNG, EA y Nafarroa Bai en otra (nacionalismos de izquierda). El nuevo resultado sería:
PSOE: 166
PP: 152
CiU-PNV-CC: 18
IU: 14
Este resultado es bien interesante: el PSOE pierde 3 diputados con respecto al sistema actual y el PP dos, mientras que la coalición CiU-PNV-CC 18, los mismos que tiene ahora. El ganador sería IU, que sube hasta 14 diputados y los perjudicados, ERC-BNG-EA-Nafarroa Bai, que perderían sus 6 diputados conjuntos actuales y UPyD, que se queda también fuera. Por otra parte, es probable que ERC-BNG-EA-Nafarroa Bai pudieran haber recogido votos de otras partes de España (como de la Chunta en Aragón o del BA en Asturias) y haber llegado al 3%. En este caso, el Congreso sería una copia casi idéntica del actual excepto por un cierto trasvaso de diputados de PSOE-PP a IU.
La principal lección de este contrafactual es que la afirmación que se lee mucho en la prensa de Madrid que el sistema electoral actual favorece a los nacionalistas no es cierta. Con una circunscripción nacional (el peor caso para los nacionalistas), CiU-PNV-CC se queda igual y, con un poco de esfuerzo, ERC-BNG-EA-Nafarroa Bai también. Los nacionalistas NO están sobrerepresentados en el Congreso, es lo que la gente ha votado (otra manera de verlo es comparar el porcentaje de voto nacionalista con el porcentaje de diputados nacionalistas: ambos números son casi idénticos). La única manera de reducir la influencia nacionalista, si esto fuera un objetivo de una reforma del sistema (algo con lo que yo no estaría de acuerdo, pero eso es otro tema), sería incrementar el mínimo de entrada en el Congreso al menos hasta el 5%. A ese nivel probablemente solo la coalición CiU-PNV-CC sería (marginalmente) viable. Con los resultados del 2008, una cota mínima del 5% hubiese dejado solo a dos partidos en el Congreso: PSOE y PP.
Este resultado es gracioso, además, porque aquellos que se quejan de la influencia nacionalista suelen quejarse también del bipartidismo. Claramente reducir la influencia nacionalista y reducir el bipartidismo son, en la práctica, objetivos incompatibles.
Lo cual nos lleva al último contrafactual que quiero discutir hoy, el 3% de barrera de entrada. Si lo eliminásemos a nivel provincial esto solo tendría un impacto en Madrid y, quizás, en Barcelona. Para que con menos de un 3% de votos uno tenga derecho a escaño en un sistema proporcional (incluso en un proporcional puro), un partido necesita presentarse en una circunscripción que tenga, al menos, unos 32-33 diputados. Barcelona tiene 31 y podría ocurrir que la barrera del 3% fuera relevante en algún caso de votos muy divididos. Madrid tiene 35 diputados y por tanto el 3% sí que puede ser relevante, aunque en el 2008 no lo fue. Total, que el 3% no tuvo ninguna influencia en el 2008 (al menos sin considerar la endogeneidad del voto y de las candidaturas).
También podemos eliminar el 3% en el caso de circunscripciones autonómicas (tres más de las cuales a parte de Madrid superarían ahora los 32-33 diputados: Andalucía, Cataluña y Valencia). De nuevo, dados los votos en el 2008, el 3% no hubiese importado en ningún caso.
En el caso de eliminar el 3% en una circunscripción nacional, tendríamos:
PSOE: 162
PP: 147
IU: 13
CiU: 11
PNV: 4
ERC: 4
UPyD: 4
BNG: 3
CC: 2
Con respecto al contrafactual circunscripción nacional, coaliciones de nacionalistas y 3% de barrera, PSOE, PP e IU pierden escaños, los partidos nacionalistas de izquierda entran en el Congreso (aunque como ya había dicho antes creo que hubiesen entrado de todas maneras con un poco de voto endógeno) y el único beneficiado de verdad es UPyD que hubiera tenido 4 diputados (en este contrafactual no he hecho nada con Nafarroa Bai, que se habría presentado casi con seguridad en coalición con EA o PNV, ya que de otra manera se queda sin escaño).
Es interesante que ningún partido nuevo entra en el Congreso. Sin embargo, mi intuición me dice que con circunscripción nacional y sin el 3%, un partido de extrema derecha sería viable electoralmente y casi seguro que entraría en el Congreso. Recordemos que sin mínimo en absoluto, un partido solo necesitaría, grosso modo 1/350% de los votos (un 0.285%) para tener representación (un sistema D’Hondt y uno proporcional puro son casi exactos a partir de unos 50 diputados a elegir y en la práctica con incluso menos). Es muy difícil pensar que un partido de extrema derecha no pudiese reunir esos 0.285% de los votos si de repente fuera posible entrar en el Congreso con los mismos. Algo similar podría ocurrir con un partido de extrema izquierda pero parte de su electorado potencial podría verse atraído por los partidos nacionalistas más radicales (como ocurre a menudo en las Europeas) y con ello dificultar su entrada en el Congreso. Mi predicción sería que, con circunscripción nacional y sin el 3%, el comportamiento endógeno del voto llevaría a que la gran ganadora de la reforma sería la extrema derecha. Esta entrada se podría intentar contener reduciendo el 3% a un 2% o a un 1% (aunque particularmente creo que el 1% seguiría permitiendo esta entrada).
Resumo las principales lecciones aprendidas hoy en nuestros contrafactuales, sujetas a todas las advertencias anteriores, son:
1) Moverse a circunscripciones autonómicas o nacional tiene un gran ganador, IU, y si se elimina el 3%, UPyD, aunque en mucha menor medida.
2) Los nacionalistas, en especial CiU-PNV-CC se quedan igual pase lo que pase. Los nacionalistas de izquierda tienen más que perder de ciertos cambios.
3) El PSOE y el PP saldrían algo perjudicados, pero menos de lo que los comentaristas predicen.
4) Es probable que, con circunscripción nacional y sin el 3%, la extrema derecha entre en el Congreso.
5) En general los efectos de todos estos experimentos son menores.
En la entrega siguiente de esta serie discutiré cambios en la Ley D’Hondt y cambios en la asignación de escaños por provincias.
Solo me resta agradecer a Zoe Kuehn, de FEDEA, por su ayuda en correr las simulaciones

Macarrones con chorizo pero sin macarrones ni chorizo: Nacionalistas y Bipartidismo

Macarrones con chorizo pero sin macarrones ni chorizo: Nacionalistas y Bipartidismo

by Jesús Fernández-Villaverde on 22/06/2011
Varios comentaristas han objetado a mi observación en mi post sobre simulaciones con el sistema electoral que no se puede conseguir que, de media, los nacionalistas tengan menos poder y haya menos bipartidismo. Es pedir macarrones con chorizo pero sin macarrones ni chorizo.
Ya que no creo, basado en mis simulaciones, que ningún cambio razonable del sistema electoral disminuyese el hecho de que unos 25 diputados de las Cortes serían nacionalistas. Por tanto, la disminución de diputados del PP y del PSOE implicaría los sistemas alternativos haría a los diputados nacionalistas más importantes para el gobierno, no menos.
Sí, existen resultados electorales donde el PP, por ejemplo en coalición con UPyD, podría gobernar sin apoyo nacionalista, pero con ese mismo resultado y el sistema actual, su mayoría sería aun mayor. Reducir el bipartidismo hará que, de media, los nacionalistas sean más poderosos.
Claro, se podría cocinar un sistema electoral rarísimo a posta para fastidiar a los nacionalistas (por ejemplo, un partido necesita más del 1% del voto en al menos 10 CC.AA. para tener diputados) pero a parte de que coaliciones de partidos nacionalistas pudiesen derrotar tal diseño, uno se puede preguntar, con razón, si tal sistema mantendría un mínimo de representatividad y si serviría a los intereses de la convivencia de todos en el largo plazo. Yo, desde luego, si fuera de Barcelona (yo soy de Madrid) y viese que se ha cocinado un sistema electoral a posta para cargarse a CiU no creo que me hiciera demasiada gracia aunque no fuera de CiU y desde luego cambiaría, muy probablemente, mi visión de cuál es la mejor manera de organizar la vida política.
A uno le podrá gustar más o menos, pero el hecho objetivo es que en Cataluña y en el País Vasco, dos regiones muy importantes y pobladas, hay un porcentaje de voto nacionalista muy alto. Esto es cierto desde las primeras elecciones de la democracia y fue cierto durante la II República con un sistema electoral totalmente distinto (en el caso de Cataluña aun más que ahora, porque ERC-Lliga se lo comían casi todo y CEDA y PSOE eran casi inexistentes). Esto es un dato de nuestra vida en común, no una variable a elegir.

¿Hay un pánico bancario en Grecia?

¿Hay un pánico bancario en Grecia?

by Tano Santos on 22/06/2011
Nota: Agradezco a mi colega de la Universidad de Columbia Verónica Rappoport los datos argentinos que figuran en este post y las muchas conversaciones sobre estos temas.
Uno de los motivos que se aducen para oponerse a la restructuración de la deuda griega es la posibilidad de contagio a otros países periféricos; que el “pánico” de inversores, depositantes (y también, al parecer, gestores de política económica) se traduciría en una revalorización a la baja de muchos activos, lo que a su vez abriría agujeros aún mayores en los balances bancarios, dificultando su refinanciación y reabriendo la crisis en toda su gravedad. Es obvio que para nuestro país este es un grave riesgo, precisamente cuando tenemos instituciones como Bankia en mitad de un proceso de Oferta Pública de Suscripción, y la prima de riesgo en máximos. Y, ¿cómo están reaccionando los que están en el ojo del huracán, los griegos? ¿Les ha entrado el pánico? Un test sobre la gravedad de cualquier crisis bancaria es si los depositantes están retirando sus depósitos del sistema bancario. Recuérdese que con independencia de la garantía de depósitos que haya en Grecia, esta garantía es una promesa que a diferencia de otras anteriores, cuando los griegos tenían su propia moneda, no se puede “monetizar” pues el país heleno no tiene el control de su moneda; es una garantía puramente fiscal y dadas las circunstancias bajo las que se encuentra el fisco heleno, la promesa … vale lo que vale. Este post pretende dar idea de cómo están las cosas en Grecia en este aspecto.

Figura 1. Grecia: Depósitos de familias en las instituciones financieras y monetarias (en rojo; eje izquierdo) y flujos durante el mes desestacionalizado con un MA-12 (en azul; eje derecho). En millones de euros. Datos mensuales: Enero de 2002 a Abril de 2011. Fuente: Banco de Grecia
El primer gráfico que acompaña este post muestra el total de depósitos de familias en las instituciones financieras griegas durante la ultima década (en rojo; eje izquierdo) y el flujo mensual (en azul; eje derecho). Los datos proceden del banco central heleno, el Banco de Grecia. Los flujos, los nuevos depósitos que se crean o que “desaparecen” del sistema financiero, tienen un fuerte componente estacional que elimino, con poca sutileza, con un MA-12, esa es la línea azul.
Desde hace un año y medio el nivel de depósitos de las familias griegas ha descendido en 33,000 millones de euros. Esto es, desde diciembre de 2009, que es cuando el nivel de depósitos alcanza su pico en la muestra, el sistema financiero griego ha perdido alrededor de un 16%. En el mes de Abril las entidades financieras griegas han perdido alrededor de €1,800 millones de depósitos (alrededor de 1,600 de familias y un poco menos de €200 millones de empresas, que no están incluidas en el gráfico.) Los datos de mayo, que cuando escribo este post no están disponibles son importantes para entender qué es lo que está pasando en Grecia. Los depósitos no son los únicos activos que pueden liquidar las familias griegas, sobre todo las de mayor riqueza que en principio tienen un porcentaje nimio de su riqueza financiera en depósitos y probablemente hayan ya liquidado muchos de sus otros activos.
Figura 2. Grecia: Depósitos de otros sectores residentes (familias y empresas) en las instituciones financieras y monetarias como porcentaje del tamaño de los balances de las instituciones financieras (en rojo; eje izquierdo; escala de 30% a 70%) y pasivos frente al Banco de Grecia como porcentaje del tamaño del balance (en azul; eje derecho). Datos mensuales: Enero de 2001 a Abril de 2011. Fuente: Banco de Grecia
¿Ha supuesto esto una reducción de los balances de las entidades griegas? No. La Figura 2 muestra el porcentaje que representan los depósitos sobre el balance agregado de las instituciones financieras (la línea roja que ha de leerse en el eje izquierdo; notad la escala que va de 30 a 70% para mejor mostrar la tendencia.) Tomo los depósitos de otros sectores residentes (familias y empresas) pues lo interesante es medir el grado de confianza de los agentes privados griegos en su sistema financiero. Al principio de la crisis los depósitos de este sector financiaba un 51% del balance. Desde entonces han perdido 10 puntos hasta el actual 41%. Dado que el balance no se ha reducido en esos diez puntos (y que es más que probable que otras fuentes de financiación hayan desaparecido también), ¿qué es lo que ha sustituido el pasivo perdido? El endeudamiento frente al Banco de Grecia, que a su vez actúa de intermediario entre el sistema bancario griego y el eurosistema. Nótese por cierto que la mayor reducción ocurre en la primera mitad de 2010 cuando la crisis helena toma el giro a peor que dura hasta ahora. En ese periodo es cuando se produce esa bajada de diez puntos que se compensa prácticamente punto por punto con el recurso al Banco de Grecia, como intermediario frente al BCE y el eurosistema.
Figura 3. Grecia: PIB nominal y depósitos de las familias en las instituciones financieras y monetarias. Datos anuales: 2001-2011. Los datos del PIB para 2011 son estimaciones. Los datos de depósitos son a diciembre de cada año y para 2011 corresponden a abril. Fuente: Eurostat y Banco de Grecia
Es cierto que, como se muestra en la figura 3, el PIB nominal griego (que es un flujo) ha disminuido bastante y que los depósitos (que es un stock) eventualmente siguen al PIB. Esto donde tendría que traducirse en una disminución de los depósitos a la vista que son los que financian las transacciones corrientes de la economía pero no tanto, por ejemplo, en otros tipos de depósitos que representan la riqueza acumulada por parte de las familias en este tipo de activos. La figura 4 muestra los depósitos de las familias divididos en tres categorías: A la vista, de ahorro y a plazo. Como puede observarse la variación viene de los depósitos a plazo que en teoría son aquellos de mayor inercia y que representan un componente de la riqueza de las familias griegas. Todo esto por tanto parece indicar un pánico bancario “a cámara lenta” en el sector bancario griego.
Figura 4. Grecia: Depósitos a la vista (en azul; eje derecho), de ahorro y a plazo de las familias en millones de euros. Datos mensuales: Enero de 2001 a Abril de 2011. Fuente: Banco de Grecia
Para ofrecer una comparación que informe sobre la magnitud del ajuste en el balance de los bancos griegos la comparación con el caso argentino puede ser útil durante la famosa crisis de 2001-02. Del pico de la serie en Noviembre de 2010 a Diciembre de 2001 cuando se instala el corralito la bajad de los depósitos es del 25%. La bajada subsiguiente es la que sigue la re-pesificación de la economía argentina, y el colapso de la nueva moneda argentina (esto es de la redenomización de los depósitos en dólares a pesos a una paridad devaluada.) Esto es lo que a muchos griegos se les puede estar pasando por la cabeza: Que haya un corralito griego y una redenomización de los depósitos a la nueva dracma. En términos de magnitud por tanto Grecia no está muy detrás (25 versus 16%).
Figura 5: Depositos en miles dólares en el sistema bancario argentino. Datos mensuales: Febrero de 1998 a Febrero de 2006. Fuente: Banco Central de la República Argentina
Extra: El caso portugués
En el caso portugués las cosas por ahora permanecen estables y no se observan grandes variaciones en el nivel de los depósitos. Pánico sí, contagio por ahora poco.
Figura 6. Portugal: PIB nominal y depósitos de las familias en las instituciones financieras y monetarias. Datos anuales: 2001-2011. En millones de euros. Los datos del PIB para 2011 son estimaciones. Los datos de depósitos son a diciembre de cada año y para 2011 corresponden a abril. Fuente: Eurostat y Banco de Portugal

Sobre la crisis, los bancos, el gobierno y todo eso…, por Juan de Mercado

Sobre la crisis, los bancos, el gobierno y todo eso…, por Juan de Mercado

by Samuel Bentolila on 11/06/2011
[Esta es la primera entrada de nuestro nuevo colaborador, presentado ayer a nuestros lectores, Juan de Mercado.]

“¡Nihilismo, cinismo, sarcasmo, orgasmo!”, le atribuye con un tono de reproche una de sus tres ex mujeres a Harry Block, el escritor interpretado por Woody Allen en Deconstructing Harry. “Con ese eslogan”, replica ingeniosamente el aludido, “yo podría ganar las elecciones en Francia”.
Aunque puede que para ganar elecciones se necesite algo más, incluso en Francia, en bastantes ocasiones los tres primeros principios de Harry Block sí ayudan a entender y a explicar mejor las cosas (el cuarto también ayuda, pero es más oportuno dejarlo a la iniciativa personal de cada uno). Lo que sigue es una breve deconstrucción, algo nihilista, cínica, y sarcástica, de algunas interpretaciones de las causas y las consecuencias de la crisis y de las actuaciones de política económica que los gobiernos y bancos centrales han llevado a cabo, o no, en respuesta a la misma. O, en otras palabras y cometiendo un pecado venial de pretenciosidad, sería algo así como “la crisis contada al estilo de Woody Allen”.
El origen de la crisis
En el decenio anterior a la crisis la economía mundial experimentó, si bien con algunos sobresaltos, una etapa de elevado crecimiento, baja inflación, expansión del comercio internacional, y avances en países emergentes, que formó parte de un periodo tan excepcional que se conoce como The Great Moderation. No obstante, había algunas tendencias preocupantes: i) un elevado crecimiento de los precios de los activos inmobiliarios en muchos países, ii) los desequilibrios globales que se manifestaban en los elevados y crecientes déficit de la balanza por cuenta corriente (especialmente, pero no solo, en Estados Unidos), iii) una fuerte expansión del crédito y del apalancamiento financiero y iv) la proliferación de expectativas excesivamente optimistas, incluso en países, como España, con un raquítico crecimiento de la productividad.
A la expansión del crédito contribuyeron la laxitud de las entidades financieras a la hora de conceder préstamos, una regulación y supervisión financiera poco solvente basada en una evaluación de riesgos muy poco fiable y la relajación monetaria de los bancos centrales que mantuvieron unos tipos de interés excesivamente bajos durante mucho tiempo provocando un exceso de liquidez. En este contexto, familias y empresas se endeudaron por encima de sus posibilidades sobre la base de las expectativas excesivamente optimistas. Algunos gobiernos también se dejaron llevar por el optimismo, no quisieron reconocer el carácter excepcional e insostenible de aquella situación y se olvidaron de identificar y de resolver las debilidades estructurales, que, como en el caso de la economía española, eran bastante evidentes.
En otras palabras, aquello era como una fiesta desmadrada, que organizan unos, otros abren la puerta para que entre todo el mundo, otros traen más bebidas y drogas de nuevo diseño, los que pueden avisar a la policía no ponen demasiado entusiasmo y, además, la policía parece despistada y dedicada a otros menesteres. (En esas situaciones, aunque aparezca algún “cenizo” que advierta de que la resaca puede ser monumental, sus advertencias no suelen ser tenidas en cuenta).
Con esta interpretación, en el origen de la crisis hay muchas responsabilidades compartidas y es difícil señalar a un culpable o atribuir sus causas exclusivamente a “una conspiración del poder financiero internacional apoyada por gobiernos corruptos y justificada por economistas vendidos al capital”. Si hubo una expansión desmedida del crédito, tuvieron que concurrir tanto factores de demanda como de oferta. Al fin y al cabo, hacen falta dos para bailar el tango.
Las tres fases de la crisis
La crisis se está desarrollando en tres fases. La primera se extiende desde julio de 2007 a septiembre de 2008, cuando se produce el estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos y la quiebra de las hipotecas subprime, lo que acabó afectando a las entidades financieras más involucradas en el negocio de “originar para distribuir”, es decir, constituir hipotecas para venderlas. Los bancos españoles, menos expuestos a los activos “tóxicos” estadounidenses, no sufrieron entonces pérdidas considerables, pero vieron cerrada la principal fuente de financiación con la que sostenían la expansión del crédito en España, el trasvase de ahorro de otros países europeos hacia nuestro país.
La segunda fase comienza el 15 de septiembre de 2008. La quiebra de Lehman Brothers provocó un pánico financiero en los mercados mayoristas de financiación y le dio un carácter sistémico a la crisis, provocando una caída del comercio internacional y de la actividad industrial mundial sin precedentes, que hizo que incluso países en los que no se produjo la “fiesta crediticia” sufrieran una intensa recesión. En los países “festivos”, además, el aumento del coste de la financiación y la disminución del consumo y de la inversión provocada por la caída de la riqueza, tras la disminución de los precios de la vivienda y de los activos financieros, intensificó el desplome de la demanda interna. Es entonces cuando, para evitar el colapso de la economía mundial, gobiernos y bancos centrales recurrieron, respectivamente, a políticas fiscales expansivas y a la ampliación, cuantitativa y cualitativa, de medidas extraordinarias de provisión de liquidez que se habían introducido en la primera fase de la crisis.
Estas medidas fueron, en principio, eficaces y a mediados de 2009 comenzó una recuperación económica, al tiempo que la situación en los mercados financieros tendía hacia la normalización. Pero algunos gobiernos siguieron sin reconocer que, aunque la recesión se manifestó con un desplome de la demanda, la crisis tenía su origen en causas estructurales y que añadir deuda pública a la privada no era la solución definitiva. Pensar que más gasto público, más impuestos o más deuda son las bases de la salida a la crisis es un auténtico disparate (sobre todo si el aumento del gasto se destina a actuaciones tan “eficaces” como algunas de las comprendidas en el Plan E). Resulta tan disparatado como sería que un padre de familia que no puede hacer frente a sus facturas y que tampoco puede seguir endeudándose, recurriera a la comunidad de vecinos para que le subiera la cuota o se endeudara por él. Por otra parte, argumentar que la crisis se debía a una restricción del crédito y que solucionada ésta se producirá la recuperación económica es como decir que la culpa de las resacas post-borracheras la tiene el tabernero por haber cerrado la barra libre.
También fue un disparate que algunos gobiernos, como el irlandés, pensaran que podían hacer frente a todas las pérdidas de su sistema bancario y las garantizaran totalmente. Desde el inicio de la crisis en algunos países se han llevado a cabo programas de rescate de entidades financieras. En España, el apoyo a los bancos privados se ha limitado a los avales y a las compras de títulos del Fondo de Adquisición de Activos Financieros, sin ningún coste para el contribuyente. Por el contrario, son algunas de las cajas de ahorros, en cuyos consejos de administración se sientan políticos y representantes de las fuerzas sociales, las que tienen graves dificultades y han precisado de ayudas públicas de las diversas versiones del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB I, II, III…). Aún así, hay quién sigue acusando a los bancos privados españoles de beneficiarse con la crisis y proponiendo una banca pública para solucionar el problema de la restricción de crédito. O sea, apaguemos el fuego dándole otra caja de cerillas y más bidones de gasolina al pirómano.
La tercera fase de la crisis se inicia en abril de 2010. El detonante fue el reconocimiento de que la situación de las finanzas públicas en Grecia era mucho más precaria de lo que se tenía constancia oficialmente. Las mechas de transmisión fueron la elevada interconexión financiera entre los países de la zona del euro y los problemas de gobernanza de la Unión Monetaria Europea. Así, lo que en principio era una grave imprudencia fiscal de un país periférico, se acabó convirtiendo en una crisis de deuda soberana en la zona del euro. Junto con Grecia, Irlanda, que alcanzó un déficit público superior al 30% del PIB en 2010 como resultado de la decisión de su gobierno de garantizar todas las pérdidas bancarias, y Portugal, que no había disfrutado de crecimiento económico durante mucho tiempo y también había acumulado necesidades de financiación elevadas, tuvieron que recurrir a la ayuda financiera internacional.
A día de hoy, siguen sin resolverse los problemas de gobernanza de la UEM y existe un riesgo considerable de contagio a más países con elevadas necesidades de financiación. En esta situación es difícil que los gobiernos de los países más afectados puedan obtener recursos financieros para mantener políticas fiscales expansivas. Un chiste bien conocido sobre economistas cuenta que uno de ellos, perdido en el desierto con solo una lata de sardinas para alimentarse, pero sin nada para poder abrirla, resuelve “supongamos que tenemos un abrelatas”. Algunos proponen hacer frente a la crisis de deuda soberana con un “supongamos que nos van a seguir prestando”.
Las no-respuestas de política económica
La crisis está cerca ya de cumplir cuatro años. En lo fundamental, los problemas que la causaron siguen sin resolverse. Para hacer frente a los retos planteados, las instituciones internacionales económicas y financieras han comenzado una intensa labor interventora, creando nuevos comités, grupos de trabajo, organismos, etc. (Hasta la UEFA se ha apuntado al intervencionismo y últimamente participa activamente en la resolución de la supremacía entre clubs europeos de fútbol). Sin embargo, no se ha avanzado de forma decisiva en la eliminación de las deficiencias de regulación y supervisión financiera. Los nuevos organismos creados para ello (por ejemplo, el European Systemic Risk Board) no tienen un marco operativo preciso. Dedicados a un objetivo tan difuso como la regulación macroprudencial, no está claro si tienen muchos instrumentos pero no objetivos definidos, o si para los objetivos que pretenden alcanzar no disponen de los instrumentos adecuados. Por lo demás, los mayores requisitos de capital impuestos a las entidades financieras y las nuevas normas de Basilea III, diseñadas para eliminar riesgos futuros, aumentarán el coste de la financiación bancaria. Como dicen en México, “soplar y sorber, no puede junto ser”.
En cuanto a la resolución de la crisis de deuda soberana en la zona del euro, la estrategia que se está siguiendo recuerda a la de un entrenador de la selección nacional española durante su etapa lúgubre: el “patadón y balones arriba” de Javier Clemente. Se trata de ayudar a países intervenidos a devolver una deuda que con casi toda certeza no podrán devolver, con el objetivo de comprar algo de tiempo para que, mientras tanto, los demás países sospechosos ajusten sus cuentas públicas, recuperen algo de crecimiento y no resulten totalmente contagiados. El problema es que los actuales gobernantes de alguno de estos países, y los que parece probable que lo sean en el futuro, no demuestran haber entendido cuál es su papel para que esta película no tenga un final aterrador.
En nuestro país, incluso a estas alturas, no se ha reconocido completamente la necesidad de avanzar más rápidamente en la reestructuración del sistema financiero, de realizar un ajuste fiscal más profundo, con un nuevo diseño del marco operativo de la política fiscal que garantice la sostenibilidad a las cuentas públicas, y de introducir reformas estructurales que aumenten la productividad y, por tanto, contribuyan a la recuperación de la competitividad y del crecimiento económico.
La actuación gubernamental en relación con las reformas estructurales es especialmente frustrante. El gobierno solo cambió de opinión sobre su conveniencia ante la presión internacional y sin ningún convencimiento. Las reformas laborales, la de la contratación y la de la negociación colectiva, siendo especialmente importantes, han sido encomendadas, inicialmente, a un Ministro de Trabajo que fue nombrado para gestionar la inmigración, y, ahora, a otro que, teniendo una reconocida sensibilidad sindical, piensa que lo fundamental es que las reformas, antes que eficaces, deben ser “equilibradas”. (Finalmente, de tanto mantener el equilibrio, la caída puede ser mortal). El resultado ha sido una no-reforma de la contratación laboral, un nuevo intento fracasado de reforma de la negociación colectiva, y una reforma de las pensiones diseñada para tener plenos efectos en 2027 (dada la actual situación financiera de la Seguridad Social y el previsible escenario demográfico y socioeconómico que se nos viene encima, no parece probable que los términos de esta reforma gradual puedan aguantar hasta entonces). En definitiva, los responsables de las reformas han seguido la estrategia del bikini: se muestra algo que parece atractivo, pero se mantiene tapado lo fundamental.
Cuentan que a un tenor que no había estado especialmente brillante en una actuación operística, el público le pedía un bis tras otro. Alguien, extrañado, preguntó que, si estaba cantando bastante mal, por qué le pedían que continuara. Y le contestaron: “Pues precisamente por eso, que siga cantando hasta que aprenda”. En el debate sobre la crisis, algunos seguirán repitiendo que el origen de la crisis es exclusivamente financiero, que basta con resolver la restricción crediticia para salir de ella, que, mientras tanto, los gobiernos deben apostar a una recuperación basada en los impulsos fiscales, y que las reformas laborales solo son inventos que perjudican a la clase trabajadora. Hasta que aprendan.

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